[RP] El reencuentro

**khanigalbat** Vie Oct 01, 2010 11:10 am

(I)

- ... 48 ... 49 ... ¡y 100!
- Un mes. - respondió el orgulloso castellano mientras se atusaba el bigote.

El posadero empujó con su gruesa mano los montoncitos de monedas que había formado para arrastrarlos hasta el borde de la mesa donde una bolsa de cuero aguardaba abierta como una boca hambrienta. Las monedas fueron cayendo dentro tintineando sin que ninguna se perdiera por el suelo y cuando todas estuvieron a buen recaudo en el interior de la bolsa, el posadero deslizó la cuerda con mano maestra para cerrarla y ponerla junto a la otra.
- Es un placer hacer negocios con Vuestra Excelencia. Tened por seguro que ningún caballero que haya conocido antes me ha pagado por adelantado. La mayoría, de hecho, lo hace a destiempo y más de una vez ayudado por el buen hacer de mi cayado de madera - y rubricó sus palabras con una sonora carcajada que pareció surgir del interior una tinaja.

El de Castilla le dedicó por respuesta una larga mirada de indiferencia.
- Procuraréis que en la habitación haya siempre una bacinilla de agua limpia, sobre todo al caer la tarde - dijo secamente.
- Me ocuparé personalmente de que así sea - aseguró solícito el posadero.
- Dejaréis en la puerta al amanecer mi ropa bien dispuesta para su uso.
- Así se hará, tened por seguro que...
- El chico se quedará aquí durante el día hasta que yo regrese, dadle ocupación.

El posadero miró de reojo al jovencito que estaba sentado en una mesa próxima, justo detrás del caballero. Tenía la mirada perdida hacia el otro lado del salón de la posada que hacía las veces de taberna, en dirección a las mesas donde se habían sentado a conversar algunas damas de la ciudad. "Un niño que ya quiere ser hombre" - pensó el posadero, pero su atención tuvo que enfrentarse otra vez a la larga lista de encargos que le daba el castellano y que al momento le hicieron arrepentirse del precio que habían acordado.

- ... y el caballo y las mulas tendrán paja fresca todos los días - apostilló finalmente el caballero.
- Sí... sí... - respondió agotado el posadero.
- Podéis retiraros.

Aliviado, el posadero se dio toda la prisa que pudo en escabullirse por entre las mesas bajo la mirada dura del castellano que lo persiguió durante unos instantes antes de detenerse en una de las mesas. Sentada en una de las mesas entre dos orondas mujeres, la cabeza de una niña con el rostro oculto por una larga cabellera negra y unos ojos vivos que parecía mirar en dirección a ellos. "Una mujer que quiere dejar de ser niña" - pensó divertido el caballero. Luego giró la cabeza para comprobar por qué su hijo llevaba tanto tiempo mirando en esa dirección.

(II)

...A...

Tenía la tablilla de madera apoyada en las rodillas, el trozo de papel fuertemente sujeto con la mano izquierda mientras la derecha apretaba la plumilla contra la áspera superficie, tratando inútilmente de deslizarla hacia abajo. La plumilla de agarraba al papel negándose a moverse mientras la tinta se vertía por la caña hasta cubrir la punta metálica y dejar una mancha negra que se extendía lentamente para hacerse más y más grande. Apretó los labios, enfadado consigo mismo. Agarró aún con más fuerza la plumilla y la forzó con un movimiento brusco de la muñeca, pero sólo consiguió que la fina madera del ástil se quebrara en un chasquido. Furioso, contempló su mano manchada de la tinta que ahora se desparramaba por ella como un pequeño río incontenible y los trozos de la plumilla, inservibles, que aún sostenía entre los dedos. Los arrojó lejos, hastiado, y respiró profundamente tratando de contener su enfado. Jamás lo conseguiría, ya era tarde para él. Su padre llevaba razón.

No se daría por vencido. Apartó el papel de un manotazo y cogió otro. Rebuscó en su hatillo hasta encontrar una segunda plumilla que mojó en el tintero de madera que tenía a su lado en el peldaño de la escalera. Luego volvió a respirar profundamente para concentrarse.

...A...

Apretó de nuevo con fuerza. La plumilla se deslizó esta vez dejando una raya sinuosa que cruzó el papel dividiéndolo en dos, como si su mano no hubiera conseguido frenarla a tiempo. Cerró los ojos abatido, antes de deshacerse en un mar de maldiciones.

- ¿No sabes escribir?

Se sobresaltó. Concentrado como estaba en ese empeño imposible no la había escuchado acercarse y ahora la encontraba de nuevo, de pié, abajo, al final de la escalera. La larga cabellera negra le recordó la tarde anterior cuando la había visto en la posada, pero la pregunta había herido demasiado su orgullo como para mostrarse amigable.

- He estado ocupado con cosas más útiles. Esto sólo lo hago... por diversión - contestó bruscamente.
- Yo sí sé.
- Y yo manejar la espada - sentenció en un siseo de malicia.

Pero ella subía ya los peldaños de la escalera para sentarse en la fría piedra, a su lado. La sorprendente calidez del tacto le impidió reaccionar, y acabó por dejarla hacer: ella había tomado su mano entre las suyas para arrancarle la plumilla y abrir sus dedos agarrotados.

- Es que aprietas demasiado fuerte. Es sujetándola, no agarrándola. No es una espada. ¿Qué quieres escribir?
- Una A. Una simple, maldita y estúpida A.

Ella sujetó su mano para apoyar la plumilla en ella y le cerró los dedos sobre el ástil mientras le guiaba.
- Aprieta ahora... así... un poco, lo justo para que no tiemble, ni resbale... bien... - Hizo que la mano del rubio apoyara la punta de metal sobre el papel y tiró de ella suavemente pero con firmeza. La plumilla estuvo a punto de escapársele de nuevo, pero logró atraparla antes de que se le fuera. Ella siguió guiando su mano para que aparecieran los trazos hasta que de repente la liberó para que él pudiera levantarla en el aire. Miró el papel y allí estaba. Una A. Temblorosa, entrecortada, ridícula y tan deforme como los bufones que alegraban los castillos de los nobles. Pero era una A, y la contemplaba como si no hubiera podido estar ahí, como si hubiera surgido por un milagro. Luego suspiró.

- Mi padre no quería que aprendiera. Decía que escribir era cosa de frailes. Mi madre antes de morir le hizo prometer que me dejaría aprender, y eso hace: dejarme. Pero sé que no le gusta y por eso me he venido aquí, donde no pueda verme.

Ella contempló los escalones de piedra por los que crecían las malas hierbas y detrás de ellos, el imponente edificio agrietado y medio derruido que una vez había sido la orgullosa iglesia del pueblo y que ahora era pasto del abandono.
- Yo puedo enseñarte, si quieres. Escribir me gusta, lo que más. Y hacer dibujos, mira.

Le arrancó la plumilla para garabatear unos trazos mientras él la contemplaba maravillado.
- ¿Un caballo? Muy pequeño y algo raquítico ¿no? - dijo devorado por la envidia.
- Es un potrillo. Nació esta mañana. Trabajo en casa de un noble que cría caballos... - dejó entonces que el silencio distanciara las palabras antes de continuar - Algún día escribiré un libro... la historia de un reino y luego yo misma lo ilustraré.

El rubio alzó la vista para mirarla.
- Por favor, enséñame. A escribir, al menos.

(III)

- Atentamente.

El rubio se inclinó sobre la tablilla al instante con los labios apretados y la mirada fija en el papel. La plumilla bailó sobre él guiada por su mano describiendo círculos y líneas al compás del carraspeo de los rasguños del metal abriéndose paso por la textura. Luego tomó el papel y se lo tendió. Ella, desde el final de la escalera, tan sólo un peldaño más abajo, miró las letras escritas y asintió sonriente.

- Os saluda... - dijo acompañando las palabras con una reverencia.

La pluma volvió a bailar vertiginosamente sobre el papel antes de que el rubio mostrara de nuevo el papel escrito. Para su alborozo, ella volvió a asentir, satisfecha.

- Hasta otra ocasión.

Lo contempló con los labios de nuevo apretados, la mirada concentrada y la mano garabateando las palabras que le había pedido. Luego él alzó la vista y giró la tablilla sosteniéndola en sus manos para mostrarle las palabras escritas, tan sonriente como seguro del veredicto, pero ella lo miraba ahora con expresión triste.

- ¿Cuándo os marcháis?
- Mañana.
- Entonces hemos hecho bien hoy en practicar las despedidas.

(IV)

Su padre lo esperaba ya, no muy lejos, montado a caballo y cada vez más impaciente. Sostenía las riendas de la rémora de mulas que cargaban los fardos y entre ellas, aquella ensillada que le aguardaba.

- Ahora tienes que practicar mucho.
- Lo haré - aseguró el rubio.
- Y luego podrías intentar dibujar. Si te haces fraile podrás iluminar manuscritos y si no... tal vez podrías llegar a ser un heraldo... son los que hacen los escudos de armas de los nobles. Podrías ganarte la vida así.
- Jamás conseguiré llegar a eso, te lo puedo asegurar. Me basta con aprender a escribir.
- Bueno, prométeme que lo intentarás... si algún día tienes la oportunidad, claro.
- De acuerdo, te lo prometo.

Notó que la impaciencia de su padre comenzaba a convertirse en enfado.
- Tengo que irme ya.
- Espera - dijo tomándolo del brazo - Hay algo que no me has dicho... ¿cuál es tu nombre?
- Hernando.

Luego se hizo el silencio y ninguno se movió.
- ¿Quieres preguntarme tú algo?
- Pues... - balbuceó.
- El mío es Lulú.

[RP] El reencuentro 117zlsg

**khanigalbat** Vie Oct 08, 2010 12:43 pm

Había situado la pequeña bacinilla de hierro sujeta por el asa en el tronco que se apoyaba sobre las piedras. Justo debajo ella, la yesca preparada para arder y las ramas amontonadas cerca para alimentar el fuego tan pronto la llama prendiera. Golpeó con la daga en el pedernal procurando que las chispas se dirigieran a la yesca, que ardió casi inmediatamente. Pasó poco tiempo hasta que el pequeño fuego consumiendo la madera dejara un rescoldo vivo por entre las llamas. Vertió un poco de aceite en la bacinilla y puso dentro el pescado fresco que había comprado esa mañana en el mercado, dejando a un lado el papel en que se lo habían envuelto.

Mientras el fuego hacía lentamente la carne del pescado, el Heraldo no encontró otra ocupación que observar como de casualidad el papel que había dejado a su lado, manchado por la grasa pardúzca y la sangre coagulada del pez. Entre las manchas, consiguió vislumbrar un título en letra grande: El Chismorreador.

Lo tomó entre sus dedos con cuidado de no mancharse para apoyarlo en una de las piedras y comenzó a leerlo tratando de intuir su contenido allí donde la grasa había borrado las letras.

- ¿Qué te parece? La prensa rosa de la Corona... - dijo para sí sonriendo burlonamente.

Luego sus ojos se fijaron en una parte del panfleto que no había sido manchada y leyó el encabezado... el Reino de Valencia. Continuó leyendo con un ojo aún puesto en el pescado que seguía cociéndose lentamente en la bacinilla que colgaba a su lado... la viuda de Cataluña... ¿quién sería?... triste título para una dama, sin duda. Luego leyó algo que parecía un extraño enredo que no entendió, quizás porque leía sin orden y saltándose algún párrafo, pendiente como estaba de lo que iba a ser su almuerzo. Entonces, de repente, sus ojos quedaron atrapados por un nombre...

- Lulú de Bathory- dijo asombrado - Lulú...

Por alguna extraña razón ese nombre le era familiar. Se puso en pié y trató de recordar deambulando alrededor del fuego. Volvió su memoria a su niñez, en una ciudad no sabía muy bien dónde y en la que había conocido una vez a alguien que se llamaba así, alguien a la que debía mucho y de la que no había vuelto a saber desde entonces. ¿Sería la misma?. Sólo había una forma de averiguarlo.

Regresó al caballo que había dejado atado a un árbol cercano y tomó de su hatillo papel y una pluma con la que redactó una carta allí mismo, utilizando el lomo del animal como improvisado escritorio y que envió al momento de terminarla mediante paloma mensajera. Apenas la había enviado escuchó que su perro le ladraba alarmado y volvió corriendo hacia el fuego tan deprisa como pudo. Ya era tarde: el pescado se había consumido enteramente dejando como único resto una masa negra y carbonizada.

- Lo siento, Tuerto - dijo mirando al perro - hoy nos hemos quedado sin almuerzo. Luego miró el panfleto que aún permanecía sobre la piedra - Y tú - añadió como si El chismorreador pudiera escucharle - quizás sirvas para algo más que no sea envolver pescado, después de todo.

**khanigalbat** Lun Oct 11, 2010 1:00 pm

Dama Bathory:

Mi nombre es Hernado de Osuna y os escribo estas letras desde la ciudad de Urgell, donde me encuentro por causa de la guerra que asola las tierras de Hispania, aunque el motivo de esta carta dista mucho de tratar sobre ella.

Hace muchos años, cuando era niño, viajaba con mi padre desde Castilla hasta Barcelona tristemente convertidos en soldados de fortuna, para tomar un barco que nos llevaría a tierras italianas. Durante ese viaje nos detuvimos brevemente en una ciudad cuyo nombre no recuerdo bien, y allí conocí a una niña, acaso ya una mujer, a la que debo mucho y de la que no he vuelto a tener noticia alguna. Durante el tiempo que estuvimos allí detenidos, ella, pacientemente, me enseñó los secretos de la escritura y me hizo prometer que si tenía la oportunidad aprendería igualmente el noble arte de la heráldica. Poco supe de ella con la excepción de su nombre, Lulú, y he aquí que estando ahora en Urgell he tenido conocimiento de vos y me preguntaba si acaso seríais esa niña de la que ahora me siento deudor.

Unos amigos de Valencia me han indicado a dónde enviaros esta misiva que espero haya llegado a vuestras manos sin contratiempos. Ignoro el tiempo que aún permaneceré en Urgell pero no obstante, si os complace responderme, hacedlo a las direcciones que os adjunto que allí sabrán cómo encontrarme.

Quedo a la espera de vuestras noticias.

Plaza de los Colonos 53, Valladolid, Reino de Castilla
14 di San Stefano, Verona, Serenissima Repubblica di Venezia.

Vuestro,

Hernando de Osuna, detto khanigalbat
Herald of Ireland * Serenissimo Araldo di Venezia

Dado en Urgell, Principado de Cataluña, a 11 de Octubre de 1458

**Lulu Bathory** Lun Oct 11, 2010 5:53 pm

Playa "El Serradall", Castellón, Reino de Valencia.

Saboreaba el vino que le alcanzó Brynhildr entre la risa que le provocó ver a Don Josedre cargado de cosas y soltarlas peligrosamente cerca del agua. Luego comentó algo de mojarse pero optó por hacer como el resto de las damas y quedarse muy seca empapando únicamente el gaznate.

- ¡Qué buen vino! Por cierto, damas. ¿Una col entera a la playa? ¿Pensáis jugar al Soule? - Dejaba caer aquellas preguntas cuando vió acercarse un jinete hasta ellas a todo galope. - ¡Pero bueno! ¿Se quema algo? ¡No corráis por Dios!

- ¿Dama Lulu de Bathory?
- Lulu Bathory, sin el "de". Soy yo, la del vino lleno de arena - Lo miró con cara de pocos amigos. - ¿Quién lo pregunta y qué se os ofrece?
- Dama Bathory, soy un simple mensajero en misión de entregaros esta misiva.
- ¿Carta, para mi? - Tomó el pergamino extrañada y antes de que el hombre, que ya había emprendido la marcha, se alejara demasiado preguntó. - ¿Dónde os dieron este encargo?
- En Urgell mi dama, en Urgell.

Cuando le perdió de vista, quedó en silencio mirando el papel en su mano mientras otros pares de ojos la miraban a ella, intrigados. Viniendo de Urgell sólo podría ser de su sobrino y familia. No sabía si abrirla, las últimas que había recibido, no trajeron más que malas nuevas.

- Un poco más de vino Bryn por favor.

**Lulu Bathory** Mar Oct 12, 2010 12:08 am

En cuanto regresó a la posada donde se hospedaba en Castellón y tuvo un momento de intimidad, abrió la carta. Lo primero que llamó su atención fue el blasón que encabezaba la misiva; en él no había nada de las figuras que representaban a la familia Bathory, nada en el escudo le era conocido. Y aquello, aunque acrecentó sus dudas, la dejó enormemente aliviada.

Heraldo de Osuna:

Ese apellido no ha tenido nunca nada que ver conmigo ni con mi familia, que yo sepa; así que según este detalle, no hay absolutamente nada que indique que nos conocimos en el pasado. Sin embargo, tengo que reconocer que vuestro nombre no me ha dejado indiferente.

Fue en una posada de Tarragona, donde siendo aún una cría, conocí a un chiquillo rubio más o menos de mi edad que, más que intentar escribir, mantenía una lucha a muerte con el ástil y el papel. Estuvo allí durante algunos días en los que sí, le enseñé gran parte de lo que sabía del arte de la escritura. Entre lección y lección, llegó a contarme que era huérfano de madre y que viajaba con su padre. Aparte de estos datos, sólo supe su nombre cuando partía para continuar su camino: Hernando.

Mucho ha pasado desde entonces y tengo que reconocer que a veces me he preguntado qué habría sido de su vida. Así que si por casualidad, esta información coincide con lo que recordáis y sois ese Hernando, tengo que deciros que me ha alegrado enormemente recibir vuestra misiva y comprobar que mis enseñanzas de entonces, os han aportado cosas positivas. Me llena de regocijo saber que os dí el primer empujón para conseguirlo, aunque el mérito es todo vuestro por haber seguido practicando.

Sí Don Hernando, únicamente os dije mi nombre en aquella despedida; pero ahora tengo la oportunidad de deciros también mi apellido: soy Lulu Bathory o Lulú como me llaman muchos. Ya no resido en el Principado sino en el Reino de Valencia, pero eso ya lo sabéis, sino no habría recibido esta carta. ¿Recordáis que os dije que algún día escribiría la historia de un reino? Bueno pues ha comenzado a cumplirse, soy Chronista oficial.

No quiero extenderme mucho. Sólo pediros que, ya que estáis en Urgell, saludéis de mi parte a mi sobrino Kolme; le encontraréis fácilmente, es el diácono de la ciudad y a su mujer la señora Groucha. Han tenido muchos disgustos con esta guerra, así que por favor, si no es molestaros demasiado, contadme del estado de ambos y de su hija, pues sé que son capaces de mentirme al respecto, con tal de no preocuparme.

Ahora soy yo quien queda a la espera de vuestra respuesta y me despido agradeciendo que esta carta no halla sido portadora de malas noticias.

Atentamente;

Lulu Bathory, Chronista del Reino de Valencia.

- Hacedla llegar a la Plaza de Colonos 53, en Valladolid, Reino de Castilla. - Encargó más tarde a un mensajero que partió raudo, después de coger las monedas que cerraban el trato.

**khanigalbat** Miér Oct 13, 2010 12:18 pm

- ¿Tienes que silbar siempre esa cancioncilla cuando miras por el trasto ese?

El silbido se vió bruscamente interrumpido por una sonrisa pero la de Winter siguió moviéndose impaciente sobre la montura.

- No se ve a nadie, te dije que era demasiado pronto. Tienen que venir desde Montpéllier, está más lejos... - respondió el rubio.

Mirando a través del cilindro de metal a lo largo del camino que unía Urgell con Foix, el Heraldo parecía estar buscando a algo o a alguien. Meticulosamente y enfocando el artilugio según la lejanía de lo que pretendía ver, siguió el sinuoso recorrido del camino deteniéndose solamente en el pequeño grupo de casas que llamaban la aldea de Anserall pero tras ella el camino se perdió en una tupida maraña de bosques a través de la cual le fue imposible distinguir nada. Desvió su atención hacia una solitaria masía que observó en la distancia rodeada de pastos y el ganado que acampaba libre junto a ella en la ladera de un monte. Y como fondo, finalmente, consiguió vislumbrar entre la bruma las altas montañas del Pirineo y las cimas que comenzaban a blanquearse.

- Pronto se helarán y no podremos cruzar - dijo bajando el paraverdelejos y guardándolo a continuación en su bolsa de cuero - No me gustaría tener que pasar el invierno en Francia.
- A mí no me importaría, se come bien - respondió la de Winter - Claro que a este paso seremos nosotros los que no podremos volver a Narbona con los demás. Tendremos que pasar el invierno aquí en Urgel mientras ellos se quedan allí divirtiéndose.

El rubio rió.
- Regresemos. Mañana lo volveremos a intentar.

Giraron sus monturas para regresar a Urgel bordeando el Segres y volvieron a entrar en la Seo por la Puerta de Foix hasta alcanzar la Taberna Municipal, donde tenían hospedaje. Apenas había cruzado el dintel de madera, el tabernero les salió al encuentro haciendo una breve y forzada reverencia.

- Carta para vos - dijo secamente entregándole un fajo de papeles y retirándose tan pronto el Heraldo lo había tomado.

La penumbra de la taberna lo obligó a dirigirse hacia una de las ventanas mientras comprobaba los matasellos de las cartas... Albenga, Orbetello, Castellón, Venezia...

- ¿Castellón? - dijo en voz alta - Eso está en Valencia...

Dejando las restantes sobre una mesa cercana y apoyándose al lado del ventanal abrió la carta, la sostuvo en alto para que la plomiza claridad de la mañana que entraba por él iluminara la letra menuda con la que estaba escrita y se dispuso a leerla con atención.

...Heraldo de Osuna...
...

**khanigalbat** Vie Oct 15, 2010 11:46 am

Dama Bathory:

Lejos de traerme malas noticias, vuestra carta me ha llenado de alegría. En estos tiempos donde es tan frecuente que muchos abandonen sus empeños para refugiarse de por vida en monasterios y conventos o simplemente dejen este mundo cansados de él, reencontraros ha supuesto un soplo de aire fresco y reconfortante.

En efecto, yo fui aquel niño que os encontró en... ¡Tarragona! (ciertamente no recordaba el nombre) y es en justicia obligado antes que nada daros las gracias por vuestra paciencia de entonces. Como bien decís, he seguido practicando mucho y en lo que concierne a la escritura creo defenderme con suficiente soltura; en cuanto a la heráldica, aún a riesgo de parecer poco modesto, puedo afirmar que mis clientes siempre se han mostrado satisfechos con mis diseños, que es a lo más que podemos aspirar en esta profesión. En esto debo deciros que errásteis en nuestro primer (y único) encuentro: os aseguro que uno no se puede ganar la vida con este empleo y aún os confesaré que más de una vez he finalizado un escudo de armas en los breves descansos que nos daban en las minas.

No quisiera extenderme en demasía al respecto de lo que fue mi vida tras dejaros en Tarragona, baste decir que he viajado mucho, no sé si más o menos que otros. Con mi padre por Italia primero, hasta que fue abatido en Milán. Regresé a Hispania tras esa triste pérdida para establecerme en Lérida y posteriormente en Valladolid. Tras ello, embarqué hacia Irlanda donde estuve establecido casi un año, viví muchas aventuras y participé en tres guerras civiles. Fué allí donde cumplí la promesa que os hice y me convertí en miembro del Colegio Heráldico Irlandés antes de tomar un barco hasta Croacia, donde residí unos meses como ayudante del rector de la Universidad. Luego fijé mi residencia en Verona, en la Serenissima Repubblica di Venezia, ciudad en la que he vivido más de un año y en la que he encontrado a mi verdadera familia, hermanas y primos, con los que ahora me encuentro participando en la guerra de Hispania.

Tantas vueltas y viajes me han dejado multitud de amigos con los que me escribo cuando mis muchas responsabilidades me lo permiten, algo que no sucede tanto como sería de desear. Considero que toda esa correspondencia siempre pendiente de contestar es mi más preciada pertenencia, y es por ello que os estoy agradecido: os confieso ahora que la plumilla con la que me hicísteis escribir mi primera letra era la última que me quedaba y si la hubiera roto entonces como había hecho ya con las anteriores, muy probablemente hubiese desistido en mi empeño de aprender.

Al respecto del encargo que me hicísteis y aún a riesgo de preocuparos innecesariamente, os diré que vuestro sobrino Kolme se haya recluido en retiro espiritual desde hace bastantes días en el monasterio de Santa María de Lavaix, en Urgell, y que su mujer, Groucha, ha abandonado la ciudad con destino desconocido. Trataré de investigar más al respecto y os informaré puntualmente de las indagaciones que realice. Lamento no haceros partícipe de mejores nuevas, confío no obstante en que no esté sucediendo nada malo.

Os felicito antes de terminar por vuestro nombramiento como Chronista Oficial de la Dos Veces Leal y quedo a la espera de vuestras noticias ya que, como vos, siento curiosidad por saber qué ha sido de vuestra vida en todo este tiempo.

Vuestro,

Hernando de Osuna, detto khanigalbat
Herald of Ireland * Serenissimo Araldo di Venezia

Dado en Urgell, Principado de Cataluña, a 15 de Octubre de 1458

**Lulu Bathory** Dom Oct 17, 2010 9:03 pm

Heraldo de Osuna:

Agradecida quedo por la celeridad de vuestra respuesta informándome lo que sabéis sobre mis sobrinos. Aunque me preocupa eso que decís sobre el paradero desconocido de la dama Groucha. Espero sea que desconocéis a dónde ha partido y no sea nada malo.

Qué ha sido de mi vida os preguntáis y, al mirar atrás descubro que han pasado tantas cosas que no sé por donde comenzar. Y me he dicho: pues vayamos por orden, desde el principio.

En Tarragona seguí varios años después de nuestro encuentro; sirviendo en la casa donde nació aquel potrillo que dibujé. ¿Recordáis? Trás esto, abandoné aquellas tierras e inicié residencia en Lleida; convertida en una mujer comprometida con el que entonces era el Comisario de Comercio de lo que se conocía como Condado de Barcelona en el extenso territorio de la Corona de Aragón.

Allí comencé mi vida de esposa y poco después, también de madre; compaginado siempre con las labores en mi taller de costura, la Troupe de teatro que fundé con un gran amigo y la vida política, en la que llegué a Portavoz Condal e incluso, a fundar el Colegio de Abogados de Catalunya.

Pero, al igual que el tiempo no se detiene, irremediablemente los buenos momentos se alejaron de mi camino. Pocos años después de contraer matrimonio y trás sufrir todo tipo de traiciones y falacias en el plano político con graves consecuencias para nuestra familia; mi esposo fallecía en un monasterio de Narbona y para mayor desgracia; con pocos días de diferencia, siguió sus pasos el pequeño Itnas: nuestro único hijo.

Como véis, la hermosa vida que me unía a Lleida, se había esfumado y nada me ataba tampoco al Principado, donde había sido injustamente repudiada y difamada por quienes ayudé en su día por el bien de Catalunya. Había llegado el momento de partir hacia dónde mis esfuerzos y mi trabajo fueran valorados y no maltratados y así lo hice, en dirección a La Dos Veces Leal, con la frente muy alta y el alma desecha.

Poco a poco, en este hospitalario reino: recuperé la ilusión y la fé en la vida política desde el cargo de Chambelán y pude iniciar las Chrónicas del Reino oficialmente. Sigo con mi oficio de tejedora, estoy a punto de poner en funcionamiento la Troupe nuevamente y, aunque otros muchos sucesos han acaecido, no os aburriré con detalles que no son dignos de mención. Aquí sigo, bien arropada por toda la buena gente que me aprecia.

Y sí, tenéis razón, no es posible ganarse la vida únicamente con la Heráldica. Lo sé porque hace pocos días me han nombrado Heraldo Menor y aún no he podido entregar el primer blasón de mi confección. Lleva mucha dedicación y tiempo para lo que pagan por ellos, pero me vale la pena el esfuerzo.

Sin querer extenderme más me despido, que soy consciente de que cuando comienzo a escribir, no veo la forma de terminar y no quiero aburriros. Escribidme siempre que lo creáis necesario y cuidaos mucho, Heraldo guerrero.

Atentamente
Lulu Bathory, Chronista Oficial y Heraldo Menor del Reino de Valencia.

**Lulu Bathory** Lun Oct 18, 2010 2:34 pm

Urania escribió:Urania entró en la taberna sita en la parte baja de la posada donde se alojaba con el Heraldo. Ya llevaban varios días allí, pero apenas se habían visto. En los últimos días la de Winter había estado extrañamente silenciosa, lo que sin duda había permitido al rubio ponerse al día con la correspondencia, ya que no tenía que aguantar la cháchara de la Maruquesa.

La de Winter se dejó caer en el banco junto a Khanigalbat y puso sobre la mesa un par de cervezas y un cuenco de torreznos que le había regalado el tabernero. Estos taberneros...

- ¿Qué lees, rubio?, ni buenas noches ni nada, la Condesa Elena pondría el grito en el cielo al ver los modales de la maruquesa.

- Hola Uri...¿dónde has estado? Estaba preocupado al no verte.

- Por ahí, hizo un gesto con la mano, como restando importancia al asunto.

- Pobres curas..., dijo Khanigalbat, entre risas.

- Anda quién fue a hablar, respondió la de Winter, muy seria. ¿Es importante la carta?

- Pues... sí, la verdad es que para mí sí lo es. Es de Lulú Bathory, y me cuenta qué ha sido de ella en todos estos años que no nos vemos.

- ¿Lulú Bathory? ¿La conoces? ¿A la esposa de Claramunt?

- Veo que tú sí...

- Sólo de oídas. Sé que se casó con Claramunt, que era el comisario de comercio cuando todo aquel lío de los quintales de piedra que Valencia vendió a Castilla y Cataluña confiscó.

- Vaya... aquí me cuenta que quedó viuda de Claramunt y se mudó entonces a Valencia.

- Ah, no sabía que había fallecido Claramunt. ¿Y tú de qué la conoces?

- Pues... fue ella quien me enseñó a escribir.

Urania abrió los ojos sorprendida.

- ¿De veras? Bueno..., Urania terminó la cerveza que le quedaba de un trago. Entonces, creo que quedo en deuda con ella, Heraldo, qué habría hecho yo sin tus cartas en algunos momentos. Se levantó del banco, dando un pequeño traspiés, y echó a reir, por primera vez en muchos días. ¿Sabes? Creo que estoy un poco borracha. *hips*. Sí, sí, lo imposible ha ocurrido. Creo que la culpable ha sido Keirha, una joven de Lérida que encontré en la taberna esta tarde. Te la tengo que presentar, ya verás, y bajando la voz añadió, tiene unas orejas tan grandes como las mías...

El Heraldo la sujetó del brazo, por si caía.

- ¿Necesita su Excelencia un burro-taxi para llegar a sus aposentos?

- No llegará la sangre al río, rubio. Creo que podré subir unos escalones sin matarme... total, si salí viva de Gerona... *hips*

Un poco tambaleante, se dirigió hacia la escalinata que llevaba a las habitaciones arrendadas a los visitantes de Urgell. Las campanadas de la cercana iglesia dieron las doce. Uri se volvió hacia el rubio, que seguía con la mirada y una sonrisa socarrona su digna marcha hacia el catre.

- Por cierto, ¿qué día es hoy?

- Esas campanadas marcaban que empieza el lunes, Uri. ¿Dónde has estado que no sabes en qué día vives?

- Lunes... no importa dónde he estado, Khani. Es lunes, y estoy de vuelta, ¿qué más da todo lo demás?. Sogni d'oro, rubio.

**Lulu Bathory** Sáb Oct 30, 2010 11:36 pm

Khanigalbat escribió:Dando unos tumbos nada aristocráticos de un lado para otro, la maruquesa subió las escaleras al grito de "Al *hips*taque" seguida discretamente por el rubio, que se temía lo peor y que decidió vigilarla de cerca no fuera a hacerse daño. Espada en mano, increpó duramente con un lenguaje muy poco apropiado para una dama de su condición a las dos enormes tinajas de agua del pasillo a las que llamó con el nombre de dos conocidísimos menestras antes de obligarlas a rendirse. A continuación, quiso nombrar caballero de Castilla a la cabeza de un jabalí disecado como recompensa a no haber huido durante la batalla, pero al momento desistió aduciendo falta de hombros para tocarlo con la espada y que eso la Condesa Elena no lo aceptaría. Entonces vió al rubio que lo seguía y se volvió muy digna hacia las dos tinajas:

- Y egte... - dijo yéndose hacia él - egte é bi amigo *hips* Gani. Y el gue le togue un *hips* gizo a bi amigo Gani... el gue le togue un sólo gizo a bi amigo *hips* Gani... Por ciegto *hips* qué gizos más bonitos tiehnes, Gani... eeeeeeeeeeh - gritó - no te gonfundas *hips* que eges un ganalla... yo te guiero a dí gomo un hegmano *hips* GOMO UN HEGMANO.
- Vamos a la cama, Uri, creo que ya...
- ¿A la cama? *hips* Guimbergüenza.

La tomó del brazo casi obligándola a meterse en la habitación y la dejó sentada en la cama.
- La gulpa es de los guras arigodéligos, que me han echau algo en la guerbeza.

Se tumbó en la cama y el rubio aprovechó para quitarle las botas.
- Uri, deberías comer algo, un poco de caldo caliente quizás, creo que el posad...

Pero la marquesa había cerrado los ojos y dormía ya profundamente. Desde el otro lado de la cama tiró de ella un poco hasta que su cabeza descansó en la almohada y buscó luego una manta con la que abrigarla. Se sentó a su lado y la contempló unos instantes dormir. Sin dejar de mirarla, deslizó unos mechones de pelo para que quedaran sujetos por la oreja que asomaba por el borde de la manta, pero siguió luego acariciandole el pelo suavemente.

- Qué poco te cuidamos, Uri, qué poco... - le dijo, aunque estaba seguro que no podía oirle - No me vuelvas a dar otro susto.

Ella pareció responderle entrecortando la respiración y luego se rascó la oreja antes de darse la vuelta liada en la manta para seguir durmiendo. El rubio, entonces, se sentó en la mesa de la habitación, rebuscó en los cajones hasta encontrar papel y se dispuso a escribir una nueva carta.

Dama Bathory:

Me encuentro todavía en Urgel inmerso en las durísimas negociaciones de paz que se celebran en un monasterio cercano...

Khanigalbat escribió:

Dama Bathory:

Me encuentro todavía en Urgel inmerso en las durísimas negociaciones de paz que se celebran en un monasterio cercano, donde el Gobernador Rocabertí nos ha citado a tal efecto, aunque confío en que llegarán pronto a buen término y podremos regresar a Narbona a ocuparnos de otros asuntos en que estamos envueltos y que poco tienen que ver ya con la guerra que, como sabéis, también ha llegado a su fin.

Recibí vuestra carta hace algunos días y es culpa mía que la respuesta se haya dilatado todo este tiempo, habida cuenta de los compromisos que tengo (de los que espero no obstante liberarme en breve). Agradezco en primer lugar la confianza que me mostráis al narrarme vuestra vida aunque sea tan brevemente. Veo que no ha estado exenta de desgracias y malos momentos; puedo decir, si os sirve de consuelo, que no conozco a nadie que no haya tenido que lamentar algún momento de desolación: la pérdida de un amigo, un amor no correspondido, una traición o un proyecto que no ha resultado ser tan beneficioso como aparentaba. Nadie está exento ni de sufrirlas... ni de provocarlas tampoco, me temo, y al final sólo queda aceptarlas tal como vienen y pasar página cuanto antes, sobre todo si conserváis como un tesoro las buenas gentes que os aprecian y que sin duda estarán ahora pendiente de cuidaros, si os hace falta, igual que sin duda haríais vos misma con ellos.

Ahora debo felicitaros esta vez por vuestro nombramiento como Heraldo Menor de Valencia, me alegra enormemente saber que estoy tratando además con una colega de profesión. No estoy al tanto de los rangos que utilizáis en el Colegio Heráldico Valenciano (imagino que es ése), aunque debe ser el equivalente al de Pursuivant que utilizamos en Irlanda: un poco más que un Aprendiz y un poco menos que un Heraldo. Os animo sin duda a continuar con esa difícil carrera que, pese a la carencia de dineros que os proporcionará, son muchas las satisfacciones que aporta, sobre todo cuando descubrís que otro caballero o dama luce en su escudo las armas que para ellos habéis diseñado. Ni que decir tiene que estoy a vuestra disposición para resolver cualquier duda que tengáis sobre la materia. Me ha llamado la atención igualmente lo que comentáis sobre la Troupe de Teatro; en vuestra próxima carta, que espero queráis escribirme, no olvidéis hablarme más de ella para satisfacerme en mi curiosidad.

Para el final os reservo las buenas noticias: finalmente, vuestro sobrino Kolme ha abandonado su retiro espiritual y regresado a Urgel para retomar sus quehaceres y de hecho esta misma tarde he compartido con él unos breves momentos en la taberna. Su familia está de visita en Tarragona y se encuentran todos bien. Él mismo me ha indicado que pronto os escribirá personalmente y que además os enviará algo que de seguro será de vuestro interés.

Escribidme cuando gustéis y al hacerlo, no temáis aburrirme.

Vuestro,

Hernando de Osuna, detto khanigalbat

Dado en Urgell, Principado de Cataluña, a 26 de Octubre de 1458

**Lulu Bathory** Sáb Oct 30, 2010 11:37 pm

Enterrada entre papeles y sellos gubernamentales pasaban las horas de la Bathory cuando su ayudante interrumpió su concentración y le entregó una carta. Trás leerla, una enorme sonrisa iluminó su rostro. Días después, ella misma entregaba a un mensajero la respuesta a tan buenas noticias.

Estimado Hernando de Osuna:

No importa cuánto tarde en llegar una misiva si porta tan buenas noticias como me habéis dado en vuestra última. Así que: ¡Os perdono, portador de buenas nuevas!

Sentís curiosidad sobre la Troupe de teatro... He de deciros que ha sido el proyecto que mayores satisfacciones me ha dado de todos los que he iniciado a lo largo de mi vida.

La idea surgió mientras vivía en Lérida, compartiendo cerveza y charla con un amigo; Pelrohir de Quijano y Henar, a quien todos llamábamos: Lordpq, el poeta. Aquella noche sólo teníamos una cosa clara, el nombre. "Troupe de Talía y Melpómene" decidimos brindando con nuestras jarras. Las musas beocias de la comedia y la tragedia, fueron las elegidas.

Mucho nos costó llevarlo a la práctica. Representaríamos una obra de su puño y letra mientras yo, me encargaría de los detalles de dirección y organización. Finalmente, trás largos meses de preparación, búsqueda de actores, artistas del pincel para crear las escenografías pintadas del atrezzo, pruebas de maquillaje y muchísimos metros de tejido carmesí para el telón que me encargué de coser personalmente; nacimos como compañía de teatro el 5 de Mayo de 1457 con "El desconocido".

Cómo describiros lo que sentimos cuando la pesada tela roja fue levantada y pudimos ver la cantidad de público que estaría pendiente de cada palabra y de cada gesto. Conocía a muchos de los que asistieron al estreno y puedo aseguraros, que pude ver cómo los enemigos más acérrimos, dejaban a un lado sus diferencias y eran capaces hasta de hacerse comentarios entre ellos con total naturalidad.

Pero si agradable era aquella sensación, mucho más fue la del término de la función. Los asistentes comenzaron a batir palmas como si les fuera la vida en ello. Muchos se pusieron en pie gritando esa palabra que seguramente tanto habréis escuchado por los reinos italianos: ¡Bravo! ¡Bravo! Cada aplauso retumbaba en mi pecho cual melódico trueno. Fue sencillamente perfecto.

Meses más tarde, recibí una misiva del reino de Valencia. El mismísimo rey valenciano Anzo I, requería nuestros servicios como Troupe para las festividades por su coronación como Soberano. En esa ocasión decidimos que dado lo especial de la ocasión, no sería adecuado repetir la obra, así que estrenamos "A palos" una divertida comedia sobre los azares de un leñador tomado por galeno por error.

Fue otro enorme honor que guardo con orgullo en mi memoria, sobretodo cuando el rey tuvo a bien felicitarnos personalmente. ¡Imagináos, un monarca agradecido y elogiando nuestro trabajo! ¡No me lo podía creer!

Desgraciadamente, el fallecimiento de Lordpq meses después y de parte del elenco de actores, interrumpió el ritmo de trabajo y dejó a la Troupe incompleta. Aunque no pierdo la esperanza de ponerla en funcionamiento nuevamente. Pero será más adelante, ahora me debo a mis responsabilidades políticas.

Agradezco que intentéis darme ánimos al saber de las adversidades que han decorado mi vida a lo largo de estos años. Os aseguro que las he superado hace mucho excepto una: la muerte de un hijo es algo que creo nunca llegan a superar los padres que lo han sufrido; aunque sí que he aprendido a sonreir y a disfrutar de la vida a pesar de ello.

Pero ahora es mi turno de preguntaros algo a vos. ¿Sois Heraldo de Irlanda?
Me despido de momento, esperando con ansias vuestra respuesta y esa carta tan misteriosa que decís que mi sobrino me enviará.

Cuidaos mucho.

**Lulu Bathory** Vie Nov 19, 2010 3:33 am

Khanigalbat escribió:

Dama Bathory:

Os escribo en esta ocasión unas breves líneas ya que me encuentro de viaje en dirección a Foix, a punto de cruzar los Pirineos. Nos hemos detenido en una humilde aldea para dar descanso a los caballos, ante la dura prueba que se les avecina y es ahora cuando aprovecho para escribiros, al pié de las inmensas montañas que debemos vencer para reunirnos con los amigos que allí nos esperan. Recibí vuestra carta no hace muchos días, justo antes de nuestra partida de Urgell, ciudad que abandonamos no sin cierta tristeza. Hemos sido acogidos allí con gran hospitalidad por sus gentes, si tenéis la ocasión os recomiendo visitarla. Seguro que vuestro sobrino Kolme (al que por cierto he recordado antes de partir que os debe una carta) os alojaría en su casa el tiempo que estuviérais de visita.

Ciertamente os deseo buena fortuna en la reconstitución de la Compañía de Teatro, espero tener la ocasión de veros interpretar en persona un papel en una obra de esas caracterísiticas. Y si vais de tournée, como dicen los franceses, incluid Castilla en vuestro itinerario. En nombre de todos los castellanos que allí viven, les vendrá bien un poco de sano entretenimiento.

En efecto, soy Heraldo de Irlanda, es decir, pertenezco al Colegio Heráldico Irlandés en calidad de Heraldo Honorario, aunque debo confesar que apenas queda trabajo que hacer allí. Me temo que escasean bastante los clientes y el Colegio languidece desde hace ya mucho tiempo por causa de ello, si bien me quedan los innumerables recuerdos de momentos realmente apasionantes y muy divertidos que allí viví, a pesar del duro entrenamiento y las incansables horas de estudio. Recuerdo muchas veces los días en que llegué a Irlanda, en uno de los innumerables barcos que arribaron a la isla cargados de nuevos colonos. La Isla Esmeralda se llenó rápidamente de ellos, las tabernas estaban a rebosar, las ciudades bulliciosas, los mercados abastecidos por los productos de esa tierra generosa... poco de eso queda ya, quizás algún día os cuente lo que fue de todo ello, mas ahora me veo obligado a interrumpir aquí esta carta y continuar el viaje. Mis compañeros me esperan ya.

Espero que os encontréis bien en Castellón. Os escribiré tan pronto como me sea posible.

Vuestro,

Hernando de Osuna, detto khanigalbat.

p.d: me ha extrañado sobremanera que esta vez no haya tenido que felicitaros por nada...

Camino de Foix, Principado de Cataluña, a 2 de Noviembre de 1458

Corrió las cortinas para que la luz dotara de colores y calidez el despacho. Era tangible que hacía meses nadie entraba allí, por la capa de polvo que había conquistado toda superficie, hasta los pliegues verticales de la tela que acababa de tocar. Parecía que todo volvía poco a poco a la normalidad, por lo menos, ya no estaban invadidos y había llegado el momento de retomar lo que quedó a medio hacer.

Se acercó a la mesa, cubierta casi del todo por montañas de pergaminos, a cual más polvoriento. Sacó un pañuelo de su manga, lo pasó por la madera y luego por el sillón. Varios estornudos después, ya tenía donde sentarse sin que la trasera de su vestido cambiara de color y dónde poner los documentos que traía consigo. Comunicados oficiales, informes económicos, nombramientos, ordenanzas, decretos; todo lo que conformaba, en conjunto, la historia de un reino.

Pero un pequeño montón de manuscritos doblados, fueron cuidadosamente colocados, en uno de los cajones de la mesa. Terminó por leer uno de ellos y aunque no era muy extenso, sí parecía importante, pues arrancó una sonrisa a la chronista. Empapó la punta del astil, y en una hoja, que encontro en blanco y libre de polvo; comenzó a plasmar su caligrafía.

Mi estimado... ¿Me permitís llamaros Khani?

Parece que la guerra a abandonado por fín estas tierras con la partida del ejército menestral...

- ¡Adelante! - Contestó trás dos leves golpes en la puerta.
- Dama Bathory. Don Faifolk de Segorbe pide hablaros. ¿Le permito el paso?
- Desde luego, decidle que puede pasar. - Dijo desde el escritorio al secretario, levantando la mirada por encima de la montaña de documentos. - Hernando, terminaré vuestra carta luego. - Pensó, soplando directamente sobre la tinta, aún mojada.

**Lulu Bathory** Vie Nov 19, 2010 6:40 pm

La carta inconclusa, tuvo que terminarla días después, fuera del despacho. Para ser más exactos; disfrutando de una cerveza en la Posada de la Estrella; acogedora taberna del Señorío de Segorbe.

Mi estimado... ¿Me permitís llamaros Khani?

La guerra a abandonado por fín estas tierras con la partida del ejército menestral. Aunque no parece que halla terminado; el ambiente que se respira aún, es de crispación y tristeza, pero recordando luchas anteriores, es algo lógico.
Ahora mismo, estoy dedicandoos estas líneas desde Segorbe. He comenzado el retorno a mi hogar y a las obligaciones que tuve que dejar a medias. Los caminos están plagados de gente extraña, la mayoría, asaltantes y bandidos extranjeros, que aprovechan el desastre reinante para saquear sin piedad. Por suerte y gracias a que voy acompañada, no he tenido que lamentar ningún ataque.
Quería pediros disculpas por la tardanza de esta carta, aunque sé que comprenderéis los motivos. Me alegra saber que los urgelinos no han perdido su habitual carácter hospitalario. Visité por primera vez aquella bella ciudad hace ya muchos años y guardo preciosos recuerdos de ella; sobretodo de la hermosa Plaza de las Flores; donde recibí una bella declaración de amor de los labios del difunto Claramunt. Pisé Urgell por última vez, justamente para el enlace entre Kolme y la dama Groucha, así que cómo véis, siempre han sido acontecimientos memorables.
Y ya que mencionamos a mi sobrino, me temo que tendréis que recordarle nuevamente que me debe una carta pues nada he recibido de él. Aunque os adelanto, que en nuestra familia, hemos sido siempre parcos de palabras entre nosotros mismos. No es que no queramos comunicarnos, sino que somos , personas muy ocupadas por naturaleza, pues ponemos pasión a cuánto hacemos en todos los aspectos de la vida. Kolme, como buen hijo de Bathory, no iba a ser menos. Ya encontrará el momento de escribirme.
Veo con agrado, que tenéis una vida rica en detalles interesantes. Habéis visto mucho mundo. A mí, últimamente, vuelven a invadirme las ansias de conocer lugares nuevos y me haría muchísima ilusión visitar el reino castellano. Pero es mi deseo, que sea porque he logrado revivir la Troupe y poder representar algo allí y en todo reino que así nos lo solicite. La idea de comenzar una nueva Tourneé hace que mis ojos brillen de nuevo, como antaño.
No sé dónde estaréis cuando recibáis esta carta, pues veo que os movéis mucho, pero espero que sea de vuestro agrado. Imagino que ahora que tendréis que escribirme desde el otro lado de los Pirineos, vuestras misivas serán menos frecuentes. Aún así, quiero pediros, que no dejéis de hacerlo. Vuestra cuidada caligrafía es siempre un regalo para mis ojos y mi mente.

Hasta la próxima valiente Heraldo.

**khanigalbat** Mar Nov 30, 2010 8:45 pm

Mi estimada Lulú:

Muchas cosas han sucedido desde la última vez que os escribí y es por el tiempo transcurrido que debo empezar por disculparme. Como veréis, desde aquella carta que os envié desde las estribaciones de los Pirineos, cuando estaba a punto de cruzarlos para reunirme con mis compañeros en Foix, he tenido ciertamente mucho trabajo que hacer y muchas novedades que contaros.

Desde Foix me ocupé de la organización del viaje de vuelta a Castilla de casi todos los cruzados castellanos que habían participado en la pasada guerra contra el Principado, además de algunos aliados que habían decidido establecerse allí. Fue un camino largo y difícil, cruzando por tierras en las que no éramos recibidos como enemigos pero tampoco como amigos, sin detenernos ni un sólo momento hasta llegar a Calatayud por la desolada tierra aragonesa... Siempre pendiente de los que quedaban rezagados, atrapados entre las sábanas de alguna hermosa francesa o la tierna mirada de algún apuesto caballero galo. Y por no hablar de los que había que sacar a rastras de las tabernas incapaces de sostenerse por su propio pie, que también los hubo. Pese a todo, al fin cruzamos la frontera hace ya bastantes dias.

Lulú, he regresado a Castilla. A mi patria, a mi tierra, a mi casa. Después de tanto tiempo de exilio no encuentro palabras para describiros la emoción que sentí cuando mis manos se hundieron por fin en esa tierra seca y cruel que tanto he añorado. Os escribo estas letras desde mi casa de Valladolid, rodeado por las pocas pertenencias que he traído conmigo. Nuevos y viejos amigos me han dado la bienvenida, y en mis frecuentes paseos se mezclan los hallazgos y los recuerdos a partes iguales. En Valladolid estamos construyendo un puerto así que espero que el resto de mis cosas, que surcan el mar en dirección al Duero, lleguen pronto también casi a la puerta de mi casa.

En Castilla participo ya de la vida castellana con toda la intensidad que puedo y eso que apenas llevo unos días aquí. Ya doy clases en la universidad, he sacado de la ciudad a un asaltante a fuerza de unos buenos palos y he sido invitado a una boda que está próxima a celebrarse (en la que espero me permitan besar a la novia)... a veces me parece que no ha pasado el tiempo y que simplemente nunca llegué a irme. Ah, y he sido nombrado Heraldo de Castilla con cargo de Secretario de la Capilla Heráldica Real (mi tercera corona heráldica), así que tengo el trabajo garantizado y esta vez al servicio de mi patria. Finalmente, y sé que esto os recordará a cuando nos conocimos, la Marquesa de Santillana a dejado bajo mi cargo a su nueva escudera Keirha para que le enseñe a leer y a escribir, aunque todo parece indicar que esa salvaje desvergonzada no será tan buen alumno como lo fui yo.

Espero que el viaje de regreso del que me habéis hablado en vuestra anterior misiva haya llegado a buen término. Ciertamente es triste la descripción que habéis hecho del Reino de Valencia, arrasado por una guerra cruel e injustificable... sólo espero que los valencianos sepan dejar al lado sus disputas (que en todas partes las hay) y encuentren la forma de trabajar juntos por la reconstrucción del Reino, que a fin de cuentas, será en beneficio de todos.

Seréis bienvenida en Castilla tanto si venís con vuestra Troupe de teatro como si venís sola, preferiblemente lo primero que a los castellanos les vendrá bien un poco de sano entretenimiento... y que no es bueno que nadie se aventure por esos caminos sin la adecuada protección. En Castilla también son tiempos difíciles. Para mí sería un inmenso honor esperaros en la frontera y escoltaros hasta Valladolid. Y conoceros por fin en persona en Castilla... más de lo que me atrevería a pedir a los dioses.

Cuidáos mucho y escribidme a Valladolid en cuanto os sea posible.

Hernando de Osuna, detto khanigalbat

p.d: por favor, llamadme khani. Mis amigos me llaman así y tengo la inmensa suerte de contaros entre ellos. A cambio, como veis y si me lo permitís, os llamaré en adelante Lulú, que es como os conocí.

**khanigalbat** Lun Mar 28, 2011 9:12 pm

Khanigalbat escribió:[rp]

Mi querida Lulú:

Escasas y cortas han sido las cartas que nos hemos cruzado desde que abandonaste Valencia para reunirte con los tuyos en la lejana Hungría. Los caminos que ahora nos separan no son tan fáciles de vencer como cuando vivías en Segorbe y yo en Valladolid... ciertamente tu nueva patria está ahora muy lejos y las cartas tardan demasiado en llegar, si es que alcanzan su destino. Demasiado tiempo ha pasado desde la última pero a pesar de ello, y aunque esta vez sí que me lo has puesto difícil, he logrado saber de tí gracias a unos amigos que conocí en Croacia cuando viví allí algún tiempo y han sido ellos los que me han facilitado tu nueva dirección a la que ahora te escribo. Espero no equivocarme al escribirla poniendo esas letras tan raras que utilizáis en Hungría.

¡Juer, tengo una amiga húngara! ¿Quieres creer que no caí en la cuenta hasta el día que te fuiste? Anda que no presumo nada con eso en las tabernas, pero no entiendo cómo no me dí cuenta antes... ese cabello azabache y esa mirada tan intensamente azul que tienes tendrían que haberme hecho sospechar algo cuando te ví, pero bueno, supongo que la emoción del momento no me dejó pensar en nada más que abrazarte.

Por estos amigos de Croacia he sabido que te estableciste en Ecsed en el castillo de tu familia y aunque en una de tus pocas cartas me contabas que todo te había ido bien, sé que tu nueva vida con tu hijo no fue fácil y que tuviste que pasar muchas penalidades y tomar decisiones difíciles, que a veces has mirado atrás dudando de si habías hecho lo correcto y que otras te habías sentido sola... pero también sé que has sabido superar todas esas nuevas pruebas con la entereza con la que siempre te enfrentaste a todo y que ahora ves pasar los días con la alegría que siempre nos regalas a los que tenemos la suerte de conocerte.

Después de servir a la Reina Elena, dejé todas mis obligaciones en la Corte y me dediqué a viajar de nuevo antes de decidirme a probar suerte en el mundo del comercio. Los sombreros emplumados se han puesto de moda entre los caballeros de media Europa y de hecho, a mayor volumen en las plumas más furor causan entre las damas, así que se están vendiendo muy bien y gracias a eso, poco a poco, he ido creando una pequeña compañía comercial que tiene abiertas oficinas incluso en el extranjero. Mis negocios me han permitido visitar con frecuencia a las hermanas Rubiá en Valencia y pasar con ellas muy buenos ratos en la taberna. Ya te podrás imaginar que hemos hablado muchísimo de tí y de cómo te encontrarías... Siempre que nos hemos reunido dejamos un sitio libre en la taberna para tí, por si te daba por aparecer. Te parecerá una chiquillada, pero al menos ha servido para aliviar un poco lo mucho que te echamos de menos.

Y ahora las buenas noticias: con la excusa de abrir mi oficina comercial en Siena nos hemos venido todos aquí, a Orbetello, a pasar el invierno mientras hacemos los preparativos del viaje que hemos decidido hacer para visitarte en Hungría y pasar unas semanas contigo. Total, si está ahí al lado, ahora parece que en realidad no te has ido tan lejos. Cuando en las montañas empiece el deshielo nos pondremos en camino, por Florencia, Módena, Venecia, Croacia y finalmente Hungría. Allí volveremos a encontrarnos otra vez y nos tomaremos la cerveza esa que me debes desde hace tanto tiempo. Y mientras las Rubiá ponen del revés a tu querida Hungría, tú y yo daremos grandes paseos por los valles de Trencsén y así me aliviaré de esta extraña sensación que me has dejado de haber pasado por tu vida sólo de puntillas... aunque sé que si la hubiera pasado junto a tí entera, me habría sabido a poco.

Ve preparándolo todo, llegaremos con la Primavera.

Tu amigo que te quiere,
k.

p.d: los de tu Compañía de Teatro te mandan recuerdos, que a ver si un día vas a verlos.[/rp]

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