(RP) Segorbe

Por fin llegamos después de un largo viaje, estábamos a las puertas ya, en lo que paramos a reponer fuerzas…….

--Un viaje de frío por el clima acontecido este invierno, un viaje tenso por la situación del reinado, pero un viaje lleno de entusiasmo y esperanza. En compañía de mi amigo, el Señor Paúl los quiere este largo viaje también se convirtió en agradable y a la vez en situaciones graciosas por los acontecimientos que iban sucediendo, aun con el frío recuerdo aquella dama que se cruzo algo ligerita de ropa y que al mirarnos los dos, quedamos mas helados de lo que ya íbamos, nos miramos y echamos a reír. Pero cuando llegaba la noche y uno se encontraba cerca de la fogata, le invadían recuerdos pasados, todo el tiempo que había estado encerrado cinco meses, pero por propia voluntad, en ese monasterio, esa celda solitaria y triste, envuelta de la humedad, fría, quedaba encerrado en ese mundo, hasta que las palabras de Paúl, le hacían despertar de su letargo y olvidar esos tenebrosos pensamientos.

Aun recordaba el momento casi llegando, cuando encontró el pergamino de Lulu, ese echo despertó mas en el, las ganas de llegar a su destino, las ganas de llegar a Segorbe, el momento de su llegada a su casa de Lérida desde aquel monasterio y encontrando en su buzón esa carta, esa carta firmada por ella, si la misma dama del pergamino. Esa carta que hizo que Keko sin dudarlo tomase la decisión de emprender nuevo rumbo y ya de paso poder decir a su dama lo que el, pensaba al respecto, esa carta que decía:

Hola Javikeko:

Espero que no las rompas antes de leerla, espero que la leas entera, aunque después no hagas caso de ella.

Te la envío por que necesito que lo sepas.

Lamento mucho haberte hecho daño. Fui una autentica idiota y tenias razón, salió mal.

No me disculpo por que saliera mal, llevo mucho con remordimientos, por eso no me atrevía a escribirla antes, hasta que encontré fuerzas para ello.

Espero que algún día puedas perdonarme aunque sea como amigo, se que como otra cosa, es demasiado tarde, así que me conformo con que me perdones como creas conveniente.

Te aprecio muchísimo aunque no lo creas, siempre fue así.

Lo lamento.

Te quiere Lulu.

Keko no la podía tener rencor, ni sentir odio por ella, por que solo ella despertó todo lo que el amor puede llevar consigo, ese amor que solo ella le podía dar y aunque el destino no lo veía así, también parecía darles otra oportunidad, en la que el no quería desaprovecharla otra vez, su amor por ella seguía siendo único, sabia que no habría dama en el mundo que le pudiera dar ni la mitad que le proporcionaba Lulu.

Pensaba Keko al lado de la hoguera cerca de Segorbe……..

Finales de Septiembre de 1458, últimos días del noveno mes del año, días que recordaría por siempre desde el momento en que redactó aquella carta tan escueta como sincera y escrita con mano tan temblorosa como sentido todo lo que en el papel plasmó.

Hacía meses que debía la disculpa que contenía la misiva, hacía mucho que debió armarse de valor y afrontar las consecuencias de sus actos, porque se lo debía a una persona maravillosa, que la adoraba; pero también porque se lo debía a ella misma.

Más de un año hacía ya, que vivía con remordimientos, anhelando la celebración de una boda pantomímica, con un ente que había escogido hacía mucho a quien ser fiel y no había sido a ella. Pero estaba empeñada, en que si aquella farsa se celebraba, estaría justificada su metedura de pata, su traición descerebrada; lo que fuera, con tal de no tener que reconocer que se había equivocado.

Cuando lacró el sobre y se la entregó al mensajero, quedó mirando en la calzada, el alejarse del jinete en su brioso corcel. Y con la lejanía cada vez más acusada de la carta, el peso de su conciencia parecía menguar, la culpa cabalgaba junto a la montura. Pero pasaron las semanas y la respuesta no llegaba.

- No mereces contestación Lulu, mucho menos perdón. - Se recriminaba la Bathory. - Ya es serio lo que le hiciste, pero encima, callarte durante más de un año, sin un mísero "Lo siento"... - Negaba con la cabeza. - Tienes lo que te mereces aunque finalmente, por lo menos, te disculpaste... No esperes respuesta, no llegará jamás.

Así fue como, ya en Diciembre, se resignó y por fín pudo comenzar a pasar página, o más bien, intentar hacerlo. Pero no lo lograba por más que se empeñaba, sabía que la traición había sido más profunda de lo que admitía, porque también se había traicionado a sí misma y el cargo de conciencia para con ella, no desaparecía.

Y por fin llegaba a su destino, Paúl había decidido quedarse en el bosque y así por la mañana cortar leña, a eso de las cuatro de la mañana del día 24 de diciembre del 1458 se encontraba allí, era Segorbe, las calles estaban vacías, oscuras, solo se veía alguna luz entre alguna ventana, pero le llamo la atención la de una taberna que aun se encontraba abierta. Entro en ella y pidiendo una jarra de vino, decidió descansar un rato del duro viaje.

Javikeko miraba la jarra, con sus dos manos la agarraba, en lo que escucho abrirse la puerta, levanto lentamente la mirada, para ver quien había entrado, en eso quedo asombrado, perplejo pero a la vez rebosante de alegría, cual fue su sorpresa al ver delante de el a su dama, allí de pie, radiante, igual que siempre, bella. Ella al principio no llego a reconocerle y se sentó a su lado, seguro que del viaje y sobre todo, su ausencia en el monasterio, habían mermado un poco al Joven caballero, pero la dama poco a poco fue reconociendo, a ella no le paso desapercibido ese rostro, entonces se saludaron y dándose cuenta los dos, empezaron a invadirles recuerdos, vivencias con la dama, todo lo hermoso que con ella había vivido y en un instante de nuevo, se encontraban hablando mucho tiempo después.

El tomo su jarra y se sentó donde estaba la dama, en su mesa, sus miradas se entrelazaban, poco a poco se les iba quitando la tensión del primer momento, en lo que empezaron a conversar, ella rompió el hielo diciendo que no podía dormir y por eso se encontraba allí, el la explico el por que del viaje, ella quedo sorprendida, no se esperaba que Keko fuese a mudarse, pero la mirada de Lulu parecía decirle que se alegraba, los dos sabían por la mirada y los gestos lo que transmitía cada uno, hasta que salio el tema de la carta, el sin dudarlo se lo dijo a su dama:

-Mi Querida Lulu yo nunca podría perdonarla, ya que para mi siempre lo ha estado, el hecho de lo que a sucedido, no cambiara nunca lo que yo siento por usted, pero si se siente mejor, se lo digo, la perdono con todo mi corazón-, tomo aire y prosiguió..

-Yo nunca he sentido odio hacia su persona, el odio solo me hubiese echo perder la esperanza, de olvidarla definitivamente, solo podía dejarlo correr, dejar pasar el tiempo y aferrarme a que el amor que yo un día le brinde le hiciera recordar que aun yo estaba ahí, que siempre como le dije iba a estarlo y que ninguna otra mujer llegaría a tenerlo-, en eso el muchacho bajo la cabeza y miro la jarra, ahí en el vino podía verse reflejado…..

Hacía mucho tiempo que era habitual en ella estar insomne y desgraciadamente, la noche del 24 de Diciembre, no fue la excepción. Harta de dar vueltas en la cama y también de los paseos a oscuras por toda la habitación; decidió que era preferible pasar las horas ociosas acompañada por una buena bebida y quizás, también por la charla del tabernero de turno.

"La Musaraña Borracha", rezaba el cartel de la entrada y entró. Fue directamente a la barra, cerca del único cliente del momento y pidió su bebida al somnoliento mesonero. Pero los ojos se le iban irremediablemente hacia el hombre que bebía a escasos metros de ella. En una de esas ocasiones, la sorprendió observándole, perpleja.

- No puede ser... ¿Tan mal me siento que ya le veo a mi lado? - Pensó cuando el golpe en la madera de la jarra de vino, la sacó de su letargo.


Tomó su bebida y se dirigía a una mesa, pero sentía la mirada del hombre fija en ella, como si la conociera de algo.

- ¿Jav...Javikeko Murino i Valmaseda? - Preguntó directamente, superando el rubor de sus mejillas.

Él joven asintió y para ella fue como viajar al pasado, a Lleida y sus calles, sus tabernas, su bosque. Lo que sujetaban sus manos estuvo a punto de caer al suelo, por suerte, supo reaccionar a tiempo y no hubo accidente que lamentar.

Se sentaron a una mesa, frente a frente. La charla llegó de una forma tan natural que le parecía no haberse separado nunca de él, hasta que el asunto tan ansiado como temido por ella, brotó de los labios del de Murino.


­ - Mi Querida Lulu yo nunca podría perdonarla... - Y sintió su alma muriendo, aunque esperaba aquella respuesta, le parecía la más lógica. - ...la perdono con todo mi corazón. - ¿Había oído bien?

Las siguientes palabras fueron un bálsamo reparador para su maltrecha conciencia. No la odiaba y de golpe el mundo le pareció mejor, hasta el punto de dejar que brotara una bella sonrisa que acompañaba la mirada rebozante de sinceridad de la dama. No lograba dejar de mirarle y si era un sueño, no quería despertar.

Keko quedo prendado mirando el rostro de su bella Lulu, su cara la delataba de no creer lo que estaba viendo frente a ella, el la miraba desahogado, con sus palabras quedo liberado, en lo que alargo el brazo y acaricio la mejilla de Lulu y la dijo en voz baja – Lulu la verdad que ahora mismo yo creo que es un sueño poder estar frente a ti, necesito que me pellizque para poder ver que es real, que la tengo delante mía, que sigue siendo la bella dama que conocí en Lérida, mi luna - …

Ella accedió y en la misma mano que el acariciaba su rostro, le dio un pellizco suave, el al sentirlo cerro los ojos y volvió a abrirlos, la miro de nuevo.

-Pues veo que no es un sueño, pero si así fuera, espero no despertar nunca, así poder estar a su lado de nuevo, junto a ti y para siempre – mientras la guiñaba el ojo.

Aunque el necesitaba estar a su lado, el cansancio del viaje ya era visible en su rostro, la dama se dio cuenta de ello y en ese momento le comento que cerca de aquí se encontraba una posada, ella se encontraba allí hospedada, el no dudo en pedirla que le acompañase al lugar donde se encontraba, por que la verdad ya no aguantaba despierto.

Se levantaron de la mesa y en un momento se pusieron enfrente el uno del otro, ellos dos, todo quedo en un segundo plano, sus rostros se acercaron, sus manos se acariciaron, los ojos se cerraron y una dulce sensación les lleno en ese instante, después de tanto tiempo un dulce beso se sello en sus labios. Abrieron los ojos, miraron a los lados y no había nadie, no estaba ni el tabernero, Keko tiro dos escudos encima de la mesa y salieron de la taberna, sus rostros delataban felicidad y sus mentes se llenaron de recuerdos mientras andaban por las calles de Segorbe…

Al llegar a la posada, entraron y ella le espero hasta que el se registrase, al llegar a la dama y ahora en ese lugar, se despidieron formalmente, deseándose cada uno buenas noches, el tomo su mano y la beso, con lo que dijo – Hasta mañana mi dama, espero tenga dulces sueños, también espero volver a verla en breve – y dirigiéndose cada uno a su habitación no dejaron de mirarse hasta no llegar a verse tras las puertas, al cerrar, Keko quedo apoyado en la puerta, pensando en ella, soltó todo el equipaje, se acerco a la cama y se tiro encima, con los brazos en cruz, siguió pensando en Lulu hasta caer rendido de sueños….

Espachurrado quedo en aquella cama, le dio tiempo de pensar un poco, pero solo un poco, el cansancio se apodero, pero también recuerdos que dejo atrás y al verla a ella volvieron a convertirse en sueños y soñó:

Mi cuerpo flotando se dirigía hacia el lugar que mi amada me comento, como si un hechizo me llevara en esa dirección…. Al llegar al lugar pude contemplarla, ahí en medio de la laguna, majestuosa, con el cuerpo semidesnudo, todo el esplendor de su piel delante de mí. La dama se volvió, su mirada me pedía que me acercase hasta donde ella, mis pies empezaron a sentir el contacto del agua fresca. El aroma de las flores de loto se podía sentir en el ambiente, estábamos rodeados de esa linda flor….

Mi cuerpo se acercaba poco a poco a la dama. Una vez en frente de ella, mi mano se acerco a su pelo, con los nudillos lo acariciaba mientras mis yemas de los dedos tocaron su oreja y desde ella baje lentamente por su rostro, hasta llegar a la mejilla. Su piel era fina, aterciopelada, suave y mi mano siguió bajando por su largo cuello hasta llegar a su hombro. Rodeándole seguí bajando por su brazo, acariciándolo dulcemente y al llegar a su mano se la tome. Poco a poco la mano se hizo una, los dedos se entrelazaron entre si y con la otra mano hicimos lo mismo. Ella las acerco a su cuello y las soltó, mis dedos se tocaban por detrás de el. Mis manos descansaban en su cuello, mientras que ella me abrazaba por la cintura, nuestros ojos empezaron a mirarse…. Nuestras caras se acercaban más y mas, tan cerca que ya nuestros labios podían tocarse dulcemente….

De repente nos hicimos uno. Un gran beso de pasión se apodero de los labios y el agua se estremeció como un remolino de amor nos fuimos hundiendo, nuestros cuerpos giraban sin parar dentro del agua, mientras aun nos besábamos. Otra vez salimos fuera, empecé acariciando su torso desnudo y la vez bajaba lentamente. Mis manos la quitaban el único abrigo que tapaba su piel, a su vez ella también me quitaba el mío. Ahora el único abrigo era nuestros dos cuerpos que se juntaban y a la vez se acariciaban. Nos encontrábamos juntos en medio de la laguna y otro beso, esta vez con más decisión y pasión, desato un vendaval de emociones. Podía sentir todo su calor dentro de mí, era una sensación maravillosa……..

Laguna

De repente Keko despertó, abrió los ojos, miro el techo y suspiro. Se levanto y se asomo por la ventana, estaba abierta y el frescor golpeaba su piel. Miro fijamente a la noche de Segorbe. Miro fijamente y ahí estaba ella, la más bonita de entre toda la oscuridad. La que mas brilla, para el la mas bella. Ahí estaba ella: Su Luna.